viernes, 12 de mayo de 2017

Creación de los humanos en la mitología nórdica

Hoy de nuevo he copiado para vosotros un texto donde se explica la creación de los seres humanos en la mitología nórdica. A menudo muchos de los libros sobre el tema son antiguos, no se reeditan y son difíciles de encontrar, por eso prefiero compartir algunos textos, en vez de solo limitarme a recomendaros el libro.


Primero os dejo una fragmento del Völuspá, que hace referencia a la creación de los seres humanos. También podéis leer el Völuspá entero AQUÍ.

17
 Mas luego a la casa, potentes y afables,
tres ases vinieron de aquella familia;
por tierra encontraron, con poco vigor,
a Ask y a Embla, faltos de suertes.

18
Ni ánimo entonces ni genio tenían,
ni vida o palabra  ni buen color:
les dio ánimo Odín, les dio Hónir el genio,
les dio Lódur palabra y el buen color.
 

Y ahora comparto con vosotros un fragmento del libro Dioses y héroes de la mitología vikinga, de Brian Branston, para que os podáis situar mejor, podéis leer antes la creación del mundo que viene en este mismo libro, AQUÍ.

"Los tres hijos de Bor se llamaron al principio Odín, Vili y Ve. Aun cuando Odín siempre conservó su nombre (excepto cuando circulaba por el universo disfrazado), Vili en ocasiones era conocido como Henir, y a Ve con frecuencia se le denomina Lodur.

Cierta mañana, cuando toda la creación era algo nuevo, los hijos de Bor iban caminando juntos a lo largo de la orilla del océano. Mirando en torno suyo no podían dejar de admirar el mundo que habían creado. El puro aire brillaba, luminoso, ya que todo iba saliendo de conformidad con los planes: el sol lucía, las brisas soplaban lo bastante como para enfriar y refrescar la piel, unas nubes blancas y ahuecadas adornaban el cielo azul y las olas chocaban alegremente a lo largo de la vasta playa vacía.

¿Vacía? Bueno, no enteramente. Allá en la distancia, justo al otro lado de la línea del horizonte marino, los tres dioses pudieron vislumbrar dos troncos de madera a la deriva. Habían quedado depositados recientemente sobre la arena amarilla por obra de las olas que lamían la playa llegando desde el océano, y se encontraban tan cerca del borde del agua que la marea en retirada aún chocaba suavemente contra un costado del más inmediato al mar.

Odín miró a sus hermanos Henir y Lodur, y una loca idea se le vino a la mente. Paseando unidos recorrieron la firme y dorada arena hasta detenerse junto  los dos troncos mencionados. A medida que la bahía formaba una curva, el sol quedaba detrás de ellos y la sombra de Henir caía a lo largo del tronco más próximo de ellos a las aguas, en tanto que la de Lodur caía sobre el otro.

Odín contempló cómo las sombras de sus brazos y piernas se movían, dando la impresión óptica de que también los troncos se iban moviendo. Se dejó caer sobre las rodillas, inmediato al tronco más próximo a la orilla; había sido parte de algún olmo primigenio. Colocando los labios sobre la áspera corteza insufló, al respirar, su divino espíritu en el tronco aquel. Luego se irguió y los tres dieron un paso atrás para observar.

Poco a poco,  la corteza del tronco del olmo empezó a encogerse y a abrirse, retirándose luego hasta que apareció el cuerpo de una mujer desnuda. Era hermosísima, pero su piel parecía blanqueada como una planta que hubiese crecido largo tiempo desprovista de luz, y sus ojos estaban vacíos al abrirse. Yacía un tanto inmóvil, sin agitar miembro alguno.

Odín se inclinó sobre el otro tronco, que procedía de un fresno. Una vez más sopló sobre la delgada corteza y esta vez apareció la figura de un hombre en la madera. Sus ojos estaban perdidos, vacuos, y también él permanecía sin moverse.

Durante todo este tiempo la sombras de Henir y Lodur quedaron junto a los cuerpos recién liberados. Los tres jóvenes dioses se miraban entre sí y, sin hablarse, cada cual sabía lo que tendría que hacer.

Odín había dado origen a la Mujer y al Hombre, otorgándoles alma y vida. Ahora correspondería a sus hermanos actuar, ofrecer sus dones.

Mientras Lodur inclinaba la vista para contemplar a la mujer le transfirió el resplandor de la juventud, el uso de los cinco sentidos y el poder de comprensión. Lentamente ella se incorporó mirando en derredor maravillada el hermoso mundo de su entorno. Luego volvió la cabeza par contemplar el cuerpo que todavía estaba quiero y vacío a su lado.

Lodur transfirió después su poder al Hombre. La calidez de la sangre empezó a correr por sus venas y también él recibió el don de comprender, y los de la vista, el oído, el olfato, gusto y tacto.

El regalo de Henir fue la facultad de expresarse, de poder hablar. Aquellos dos primeros seres, el hombre y la mujer originales, se miraron mutuamente con pleno entendimiento, se pusieron de pie y se abrazaron. Odín llamó al hombre Fresno* y a la mujer Olmo**, por los árboles de que habían sido formados. Se desprendió de su propia capa y envolvió a la mujer con ella, poniendo asimismo su túnica sobre los hombros del varón. Juntos, ambos nuevos seres se alejaron del mar y caminaron, tomados de la mano, internándose en su mundo nuevo."

 *Nota de Dandelion, Fresno es Ask.
**Nota de Dandelion, Olmo es Embla.

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